[LIA Discord User] Peekaboo compartió el otro día este video de Hotel Abismo sobre si se puede usar las armas o medios del enemigo contra él o si hacerlo nos vuelve igual de forros. Mi objetivo no es nitpickearlo ni refutarlo porque su conclusión es “obviamente depende”, y obviamente depende. Lo mismo que si le preguntas a un tapicero cuánto cuesta tapizar un sillón: depende. A diferencia de todo lo que existe en internet en relación a otra cosa, esto no es Summa Contra Hotel Abismo. Es más bien usar el video como punto de partida para ver de qué depende y así generar un complemento a la serie sobre el problema central de la política, aprovechando que el video usa algunos de los mismos autores (McLuhan, Focault) que esa serie.
I.
Está este paper de James March y Johan Olsen que hace una distinción entre la “Lógica de las Consecuencias”, que vendría a ser la postura realista en teoría de relaciones internacionales, y la “Lógica de lo Apropiado”, más idealista.
En la Lógica de las Consecuencias, antes de tomar una decisión tenés que calcular la probabilidad de diferentes resultados que emergerían a partir de cada decisión posible, multiplicarlos por cuanto valoras cada uno de esos resultados para sacar un EV, un valor esperado, y finalmente tomás la decisión que maximice ese valor.
Y en la Lógica de lo Apropiado no pensás tus decisiones en términos instrumentales sino en si tal acción es la apropiada para alguien en la posición en la que te encontrás. Entonces hay ciertas formas de actuar que no pueden ni amagadas a ser consideradas, aunque pienses con absoluta certeza que producirían resultados absolutamente superiores. Los valores y los principios son más absolutos todavía, infinito punto rojo.
Esta distinción de la sociología es menottismo y bilardismo, básicamente. Menotti no usa las armas del enemigo si las considera injustas y Bilardo sí, obvio, re contra, y pregunta si no vienen más grandes y con calaveritas dibujadas al costado. Como los dos salieron campeones del mundo, podemos deducir que esto es un dilema porque a veces se gana solamente usando las armas del enemigo y a veces no. A veces se gana solamente si nos negamos sistemáticamente a usar las armas del enemigo. ¿Y cómo lo decidimos?
La respuesta es que, como toda decisión táctica, tiene que estar subordinada a nuestros objetivos estratégicos, es decir, políticos. La política de tipo realista dice que ese objetivo es simplemente “sobrevivir” y si hay que sacrificar cualquiera de nuestros otros ideales en pos de la supervivencia en el sentido más inmediato de la palabra, bueno. Dejamos el arte para trabajar en finanzas, nos vendemos al sistema pero nuestros hijos comen. En la otra punta, los idealismos lo son cuando dicen que antes que traicionarte es mejor la muerte, porque lo importante no es Ser por el solo hecho de Ser, sino qué es lo que Sos en relación a cierto ideal o a los ojos de la eternidad.
II.
Entonces, pensar en las consecuencias es más importante a corto plazo, y pensar en lo apropiado es más importante a largo plazo. Stafford Beer diría que un sistema viable tiene que ser capaz de considerar las dos posibilidades, pero que la baja variedad regulatoria de nuestras instituciones las deja siempre en “modo crisis”, atrasadas en todo lo que tienen que hacer YA, e incapaces de prevenir futuros incendios porque están todo el tiempo apagando los que ya empezaron.
Hay dos grandes fuerzas que nos ponen en modo “crisis constante”: la violencia y el mercado, que establecen órdenes de los que nadie puede mantenerse apartado y que por lo tanto nada le son ajenos. Para Emmanuel Levinas, la violencia no consiste tanto en dañar o aniquilar personas sino en interrumpir su continuidad, hacerlos desempeñar roles en los que no se reconocen a sí mismos, hacerlos traicionar compromisos y su misma sustancia, hacerlos tomar acciones que destruirán cualquier futura posibilidad de acción. El mercado tiene un efecto parecido, pero lo produce a través de hacer que cualquier cosa sea potencialmente equivalente por cierta cantidad de otra, imponiendo esa escala de valores de intercambio por sobre cualquier otro valor.
Entonces el corto plazo está asociado con el riesgo de muerte, y pensar a largo plazo con una pretensión de inmortalidad y una perspectiva desde lo eterno. Si esto último suena cristiano es porque es totalmente cristiano. De Menotti y BIlardo, Bilardo es por lejos el más cristiano de los dos, pero la forma en la que lo practica es paradójicamente más pagana. Bilardo negocia con la virgen para que lo ayude a ganar, mientras que Menotti no negocia con terroristas y enfatiza que tenes que desarrollar ciertas virtudes y esas virtudes a la larga te van a traer la copa, que en esta alegoría cristiana sería la Salvación1. Sin embargo, no podemos olvidar que en la doctrina cristiana todo en el ser humano es contradictorio. El idealista Menotti es el técnico del mundial de la dictadura y el pragmático Bilardo da de baja su candidatura a presidente en fase alfa cuando se da cuenta que para gobernar sí o sí va a tener que pactar con un montón de delincuentes.
Pero ellos son individuos, mortales, finitos y contradictorios. Para una institución como la Iglesia Católica, su forma más pragmática de seguir con vida y prosperar no es comprometerse con los poderes terrenales. Cada vez que ceden en algún punto a las fuerzas de la mundanidad y la temporalidad tienen que verlo como una derrota espiritual. Que la misa no sea más en latin es una derrota, y también es una derrota cada vez que un cura se pregunta como hacer que los chicos de hoy dejen la homosexualidad y se interesen en la religión. Ojo, la derrota no es que los chicos sean homosexuales. Siempre va a haber chicos homosexuales. La derrota es que el cura se pregunte cómo hacer para interesarlos en la religión porque he should know better.
He should know better porque dentro de su doctrina, ese cura más bien tiene que confiar en el poder de convencimiento de la palabra de Cristo y en dos mil años de conocimiento institucional que le dan respuestas a todos los problemas que pueda llegar a tener en el proceso de conversión. Tiene que mirar atrás y ver que los paganos pueden degollar, quemar, descuartizar o comerse la cantidad de misioneros cristianos que quieran que en dos generaciones se vuelven cristianos ellos también, y nunca llegan a entender como pasó. El One Weird Trick del cristianismo es invertir todo lo que le conviene. Que lo que parece pragmático en realidad es lo más idealista posible y lo que parece idealista en realidad es pragmático porque, como decía Chesterton, las cosas que necesitamos para nuestros propósitos prácticos más inmediatos son todas abstracciones.
Mientras menos traten de adaptarse a los tiempos que corren, diciendo “how do you do, fellow homosexual kids?”, y más se presenten como un reservorio de encuentros con lo misterioso, lo sublime, lo espiritual, lo absoluto, mejor le va a ir a la iglesia en el largo plazo, hasta llegar a la eternidad. Porque si como institución trata de adaptarse a los tiempos que corren, a dejar que sus preocupaciones más inmediatas la lleven a usar las armas y medios del enemigo, no solo va a perder su ventaja comparativa, sino que por más que convenza a los chicos de que acepten ser recibidos en su seno, ese seno no va a ser más el seno de Cristo. Va a ser otra cosa, seguramente con plumas, lubricación o cuero. Una institución no muere de la misma forma que un individuo. No tiene un corazón que deja de latir y no tiene una cabeza donde puede recibir un tiro. Una institución, al ser una abstracción, muere cuando pierde su identidad. Cuando se transforma en otra cosa.
III.
Ahora, si somos como Tolstoi y leímos el Sermón del Monte y dijimos “10/10, no notes” pero después miramos a la iglesia que existe en la realidad llena de cálices de oro, corrupción y abusadores de menores, nos vamos a preguntar qué pasó ahí. Lo que pasó es full McLuhan: el mensaje de Cristo a través de los medios romanos da por resultado un mensaje romano. En el caso del cristianismo está claro que las formas romanas se morfaron la ideología cruda y no dejaron ni los huesitos. Por eso cada templo católico está modelado en base a la corte bizantina: en decoración, arquitectura, vestuario, ceremonial, y por eso tantos cálices de oro, corrupción y abusadores de menores. Pero eso les pasó antes de desarrollar el conocimiento institucional que previene la deriva hacia la heterodoxia, e incluso antes de terminar de desarrollar el concepto de ortodoxia y determinarla canónicamente.
Para cuando se dan cuenta de lo que les pasó ya es demasiado tarde. No pueden volver atrás o no hay más iglesia de ningún tipo. Tienen la palabra de Cristo que dice una cosa, y la pompa romana que dice lo contrario y lo que hacen no es elegir una o la otra: hacen doble o nada simultáneo para los dos lados. De ahí viene todo este énfasis en las interminables contradicciones. Si no son resueltas, si se mantienen en tensión, sirven como fértil campo de misterios a través de los siglos, misterios que son una trampa de moscas para agarrar en cada generación a la gente que los necesite, que esté cansada del mundanal ruido y demás. Siempre va a haber un monje loco en algún lado denunciando la corrupción, un Tolstoi reclamando una renovación espiritual, un racionalista tratando de resolver las contradicciones, un protestante reemplazando la pompa romana en su iglesia por sola fide, sola scriptura y un templo con la austeridad de una corte judicial. Pero todas esas oposiciones no hacen a la iglesia católica más débil. La hacen más fuerte, siempre y cuando nunca pierdan de vista el largo plazo, en cómo se ven sus acciones en la eternidad y confíen en que su doctrina es fundamentalmente más poderosa que las armas, retóricas, doctrinarias o literales, que pudiera presentar cualquier enemigo.
Por eso en el fantasy cristiano (casi todo el fantasy) una institución se considera bien llevada si se guía desde la Lógica de lo Apropiado. No está la posibilidad de pactar con Saruman, aceptar su revolución industrial pero balancearla con las consideraciones ecológicas de los elfos, y crear una sociedad liberal donde todas las razas puedan vivir en armonía. Las bolas viven en armonía. Lo apropiado es librar la guerra santa existencial a la menor provocación, por la gloria de Ilúvatar. Porque podría venir un día en el que falle el coraje del hombre, cuando olvidemos a nuestros amigos, y rompamos todos los lazos de comunidad, pero este no es ese día. Una hora de lobos y escudos rotos cuando la era del hombre colapse. Pero este no es ese día. ¡Este día luchamos! ¡Por todo lo que les sea querido en esta buena tierra, les pido que se alcen, Hombres del Oeste!
Calcular las consecuencias es difícil, demostrar que efectivamente se van a producir es difícil, mientras que valerse de ciertas nociones culturales extendidas de que es lo apropiado y lo inapropiado es retóricamente más poderoso. Por más consecuencialistas que seamos, explicar las mecánicas de la revolución industrial es más engorroso que gritar HA LLEGADO LA HORA DEL ORCO.
Philip Mansel en su libro King of the World dice que durante cientos de años en Europa el honor era considerado la fundación de los estados. Algo así como una plusvalía que la nobleza le podía sacar a su dignidad. A respetar toda una serie de códigos de comportamiento y ceremonias, generalmente exageradas o incluso ridículas, por el honor. Sin honor, no podían sobrevivir. Con honor, pueden eventualmente recuperar todo lo que perdieran en su defensa. Hoy lo llamaríamos “credit score”, y lo usan los bancos para aprobar o no préstamos y calcular tasas de interés.
Esto no se limita a las iglesias y los estados. Vale para cualquier institución. Pensemos, por ejemplo, en la historia de un partido político moderno como la Unión Cívica Radical. Será difícil de creer para alguien pensando en el siglo XX o el siglo XXI, pero a finales del siglo XIX la gente realmente respetaba a los radicales. Gobernaba el unicato terrateniente mediante lo que llamaban fraude patriótico y los radicales eran los que se negaban a postularse a elecciones injustas. No querían pactar con nadie y estaban dispuestos a tomar las armas por sus convicciones. Y aunque perdieron todas las revoluciones que intentaron, eventualmente consiguieron su propósito de tener elecciones limpias y ganárselas en su cara y en su cancha a los dueños indiscutibles del país. Pero todo ese honor acumulado se fue perdiendo con cada viraje político que fueron haciendo una vez en el poder para tratar de mantenerlo. Cuando pactan con los empresarios contra el sindicalismo, cuando pactan con los conservadores contra el peronismo, cuando pactan con los militares. Así van perdiendo su identidad y se alienan de su base popular de votantes y, aunque nominalmente vuelven al poder varias veces, los que gobiernan no son más ellos. La política es concesiones y acuerdos ad hoc para los individuos. Las instituciones mueren cuando dejan que los individuos que los componen hagan ese tipo de acuerdos libremente.
En el campo mercantil, consideremos una empresa como Barnes & Noble, una cadena de librerías. En cierto momento resulta que Amazon les estaba comiendo el mercado y como están contra las cuerdas tienen que aumentar los márgenes de ganancia o morir. Copian, entonces, todo lo que hace Amazon. Primero, aprovechar que la gente que viene a buscar un libro se puede llevar también otra cosa y empezar a vender juguetes, calendarios, rompecabezas, postales, discos, café, caramelos, lo que entre en el local. Al mismo tiempo, aceptan guita de las editoriales a cambio de darle un lugar privilegiado a ciertos libros en detrimento de otros. Para abaratar costos, rajan a los empleados que saben de libros y pueden recomendarselos a los clientes y los reemplazan por cualquiera que cobre menos. Total, tienen que recomendar los que pagaron por ser recomendados. Vistas de manera discreta, cada una de estas decisiones es coherente con lo que la empresa quiere que es ganar más guita. Sobrevivir. Pero puestas en conjunto dan por resultado lo que Derek Parfit llamaba la Conclusión Repugnante, la forma en que una serie de elecciones sucesivas coherentes con cierto objetivo producen, de golpe, por su sola acumulación, exactamente lo contrario.
La gente no va más a la librería a buscar un libro, porque el local vende más bien juguetes y caramelos y los libros que sí tiene visiblemente a la venta son lo que la editorial le pusheó y ninguna editorial pushea El Quijote. Entonces la lógica de ponerse a vender gilada en primer lugar se rompe, porque la gente que te la hubiese comprado de paso ya no pasa más. La cadena se transformó en un peor Amazon. Persiste, pero no persiste, y cada vez menos.
IV.
Los individuos tienen una tentación más grande de usar las armas y los medios del enemigo porque, a diferencia de las instituciones, no son fundados con una identidad. Como dice el lema existencialista, un ente es en el mundo antes de que esté definido aquello que es. Y si no está definido lo que sos, entonces tampoco está definido lo que sea el Otro, y a falta de esas dos definiciones no podes estar seguro de que realmente sea tu enemigo, y que sus armas te estén por tanto vedadas.
Es más, si nos guiamos por la ética de Levinas, donde la ética es la regulación de la espontaneidad en presencia del Otro, el solo hecho de conceptualizarlo, como enemigo o como cualquier otra cosa que “libre”, equivale a suprimirlo. En metafísica, un ser solo establece relaciones con lo que no es capaz de absorber. Con lo que no puede, en el sentido etimológico del término, comprender. Levinas dice que acercarnos al Otro nos desarraiga de la historia. No importa lo que nos hizo en el pasado, lo que importa es el infinito abanico de posibilidades e identidades que puede adoptar en el futuro. Levinas dice que eso sucede cuando nos ponemos cara a cara con el Otro. Estar constantemente frente a la cara del Otro destruye cualquier idea teórica que te podes formar de él.
Es así como la finitud y contingencia metafísica de los individuos anula la posibilidad de la enemistad, en contraste con la potencial inmortalidad de las instituciones, no restringidas por esas consideraciones, y llenas de enemigos por todos lados. Y para el individuo, la ambivalencia con respecto a la primacía del corto o largo plazo anula la posibilidad de la existencia del mal, cuya densidad estadística en las inmediaciones del Otro nos haría considerarlo un enemigo, aunque nunca haya hecho ni vaya a hacer nada.
Entonces, si las instituciones no pueden usar las armas del enemigo porque es una afrenta a su identidad, en cambio la finitud del individuo hace que no existan las armas del enemigo porque metafísicamente no puede tener enemigos. Solo los tiene cuando se identifica con una institución o un ideal. El cristianismo espera que vos, misionero, des tu vida como mártir porque te evalúa desde la eternidad. Te tiene que importar más Difundir la Palabra que tu existencia, porque en definitiva tu existencia no se termina con el martirio. Tu alma es inmortal, y por lo tanto el más largo de los plazos también te concierne.
Pero si no creemos que el alma sea inmortal, y que la existencia se termina con la muerte, entonces como individuos podemos mirar con más cariño las armas del enemigo. Y de lo que nos tendríamos que cuidar ahí es que no nos aprehendan. Que no nos morfen, y para eso tendríamos que tener la misma distancia metafísica con una abstracción que con una concretitud. ¿Pero se puede estar cara a cara con una institución o una idea abstracta, tomarla como un Otro? En cierta forma se puede, porque las instituciones suelen tener fundadores y las ideas gente que las piensa y las desarrolla. Está el momento en el evangelio cuando los fariseos lo quieren cagar a Jesus con si hay que pagar impuestos a los romanos o no. Si dice que sí, sus seguidores pueden considerarlo un cipayo romanizante. Si dice que no, los romanos lo pueden acusar de subversivo y tirarlo desde un avión al mediterráneo. Para zafar de ese intento de ponerlo en crisis, Jesus agarra una moneda con la cara del Cesar, dice lo de que hay que darle a Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios y los fariseos salen corriendo.
Hay ciertos momentos, entonces, donde la personería de una institución se hace presente en una cara y, se presente donde se presente, esa cara es una oportunidad para entender que no nos podemos fundir con su identidad.
V.
Los fundadores diseñan la institución como una especie de máquina que produce un resultado alineado con lo que el fundador quiere. “Diseño institucional” es un caso de medio es el mensaje. Justamente el medio es el mensaje quiere decir que si vos cambias el medio cambia automáticamente también el mensaje. McLuhan habla, por ejemplo, de cómo cambia el cine cuando le agregan sonido. O si en un boliche prendes las luces y apagas la música, y Bochini se da cuenta que la chola que baila junto a él era Bilardo disfrazado. O si en vez de tener una iglesia católica con toda la pompa y los cálices de oro tenes una iglesia austera como una corte judicial, cambia la forma en que la gente se relaciona con la divinidad.
Tenemos muchos casos de lo que sucede cuando alguien se apodera de una institución y la transforma para sus propósitos. Elon Musk, por ejemplo, le hizo un montón de cambios a Twitter. Le cambió el nombre, rajó a la mitad del personal incluyendo ejecutivos y junta directiva, restauró cuentas baneadas, notablemente a Trump y a Kanye West, redujo la moderación de contenido, sacó la política contra la desinformación sanitaria, instauró un sistema pago de verificaciones con varios colores según el tipo de cuenta, con diferentes límites de caracteres, pasando de 280 hasta 25000, agrego una pestaña de recomendaciones con un algoritmo que promociona las cuentas verificadas y los videos y los incentiva con un sistema de monetización, restringió la cantidad de posteos que un usuario puede ver por día, agregó un sistema de conversaciones cifradas para incentivar mensajes directos sobre interacciones públicas, limitó el acceso a su API para investigadores y desarrolladores independientes y seguro que me olvido de cosas.
Todo esto siguiendo nociones ideológicas que tienen sentido para él, y seguir usando sus medios es aceptar sus términos y condiciones. Para cambiar una institución, hace falta controlarla de una manera muy profunda, fundacional. Si no podemos hacer eso, tenemos que cambiar de medios.
VI.
¿Por qué un cura debería confiar en el poder de convencimiento de la palabra de Cristo en cualquier medio? ¿Qué es lo que la hace tan poderosa? La respuesta cristiana es porque es Dios. Duh. Viene con superpoderes adosados. La explicación racional mecanicista que me gusta a mí es que los comunicadores de primer nivel, como Shakespeare o Jesús, manejan varios niveles retóricos a la vez como si fueran mazas de malabaristas.
Son capaces de decir cosas útiles y verdaderas y tomar eso como prioridad estratégica, pero también tienen en cuenta la forma en que otra gente podría instrumentar esa información y balancean el defenderse preventivamente de ese tipo de ataques con caer en la paranoia, qué es lo que están diciendo sobre sus distintos grupos de pertenencia, e idealmente como hacer que no terminen de asociarlos a ninguna facción, y que asociaciones se pueden establecer con lo que dicen en distintos espacios cognitivos. Una gilada. No es que cualquier cura de barrio puede darse cuenta de como hablar así siempre y en todas partes, pero mientras se mantenga dentro de los cánones no hace falta.
No tienen el problema de divulgación que tenemos nosotros los mortales de en qué medida priorizar el rigor y en qué medida la claridad pedagógica. Si usamos nuestro esfuerzo reduciendo la ambigüedad de nuestras definiciones y justificar sistemáticamente todo lo que decimos o nos centramos más bien en la claridad de las imágenes y los ejemplos concretos que proveemos. Si corremos el riesgo de que la gente no nos siga o si corremos el riesgo de que la gente entienda algo que no quisimos decir.
Es que al no tener superpoderes mentales divinos como Jesús o Shakespeare, nos vemos obligados a recurrir a la jerga. Palabras como “ontología” o “variedad regulatoria”. Esa jerga no es un capricho sino un requisito del pensamiento. Uno de los papers más citados en psicología es “The Magical Number Seven, Plus or Minus Two,” de George Miller y dice que los humanos podemos manipular entre 5 y 9 cosas a la vez en la cabeza. La gente que produce pensamientos más complejos no tiene más memoria de trabajo. Siguen teniendo alrededor de 7 conceptos a la vez, pero al ser más abstractos, esas 7 cosas tienen mayor potencia y eficiencia al momento de razonar. En vez de decir 2, 4, 6, 8… digo “los números pares”, y esa agrupación será útil para estudiar las propiedades que compartan.
Es parte de lo que hace Jesús. Construye expresiones estéticas como parábolas o aforismos que transmiten toda la información que quiere transmitir en una forma apropiada para el medio y sin pérdida de datos, pero como después hay que restituir ese mensaje a partir de un camello y el ojo de una aguja, se puede recomponer de maneras diferentes y hay dos mil años de guerras santas tratando de interpretar donde va el camello. En el caso particular de la iglesia, no importa que haya dos mil años de gente que se mata por la interpretación correcta de la palabra de Cristo, dado que eso es insignificante ante los ojos de la eternidad. "Los últimos serán los primeros, y los primeros serán los últimos.", y eso contesta nuestras preguntas sobre lo justo o injusto del sistema teniendo en cuenta todos los niveles retóricos. Levinas dice que la justicia es la superación de la retórica. Lo más justo es comunicarse en grado cero, lo hagamos en el medio que lo hagamos. Lo cual nos lleva de cabeza al problema central de la política.
Aunque, para ser cabalísticamente justos, Salvador es literalmetne Bilardo’s middle name. Carlos viene del alemán Carl, que quiere decir “hombre”. Hombre salvador o salvador del hombre es un médico, como Bilardo, y Bilardo en italiano es el juego de Billar, palabra que viene del francés “Bille”, que significa Bola, como la de fútbol, pero manejada con precisión matemática en trayectorias parabólicas. Y su apellido materno, Digiano, se puede traducir como “ellos marcan”, porque vos no estás marcando al que te dije porque te distraés con las notas al pie en lugar de tener la pelota en el pie.
Muy interesante el texto. Soy Mariano, el del video que mencionás al principio. Aunque de fútbol sé muy poco, cuando vi lo que pusiste de Bilardo vs. Menotti no pude evitar pensar "cómo no se me ocurrió ese ejemplo".